Mi amigo Oscar de Natibera ofrece a sus clientes una actividad que ha bautizado con el sugerente nombre de senderismo mágico. Se trata de acercarse al medio natural desde una perspectiva que tiene más que ver con el descubrimiento que con el deporte. En una ocasión le acompañé en una ruta y me dio unas pinceladas sobre como guía este tipo de actividades. Fue una bonita experiencia en la que aprendí a observar el entorno desde otro punto de vista. Además aquella ruta, que puedes leer aquí, fue en la Vall de Gallinera, un lugar de por sí con mucha magia.
Pues bien, ayer por la tarde, en un lugar mucho más masificado como es el Cabeçó d’Or sentí que hacía senderismo mágico.

Vamos al grano.
No se cuantas veces he subido al Cabeçó d´Or desde luego han sido muchas, sin embargo nunca antes los había visto y no contaba con verlos, de hecho pensaba que no eran propios de esta montaña. Otro amigo, en este caso Javi me dijo en una ocasión que se los había cruzado, pero en una zona poco habitual para el senderismo. Ayer por la tarde los vi entre el Coll de Polset y el Racó de Seva, la que es probablemente la zona más transitada del Cabeçó d´Or.
Pero ayer no era un día normal en el Cabeçó. Cuando llegué al parking no había ni un solo coche y eso no es normal ni siquiera en un miércoles de invierno por la tarde. Solo me crucé con un chico que bajaba por el barranc del Vidrier y estoy seguro que éramos los únicos en la montaña. Él regresaba de su ruta, yo comenzaba la mía.
La montaña estaba escondida en una espesa niebla y no soplaba ni una brizna de aire. Es posible que hubiera llovido ese mismo día o simplemente la humedad lo empapaba todo, el caso es que el suelo estaba mojado y reinaba en la montaña una extraña calma que me hacía sentir como si fuera el protagonista de una película de misterio.
Hice una tranquila subida por el barranc del Vidrier hasta el Coll del Polset. Esta es la ruta más corta y directa para subir al Cabeçó, pero es exigente. Es la que más a menudo hago y curiosamente la única que no está reseñada en este blog.

Desde el coll de Polset ascendí a la cima por la ruta normal siguiendo el PR CV-2. Llegar a la cumbre fue absolutamente mágico, la niebla se abrió quedando bajo mis pies y pude disfrutar de un espectacular mar de nubes.
Estuve un rato sintiendo el momento y con las últimas luces del día y sin frontal (que había olvidado en casa), emprendí la bajada. Hasta el Coll del Polset lo hice por donde había subido, y desde allí me fuí al Racó de Seva continuando el PR CV-2.
Fue precisamente en ese tramo cuando me crucé con un rebaño de arruis. Escuché un ruido, giré la cabeza y allí estaban, quietos, mirándome. Estuvimos un buen rato sin movernos después obviaron mi presencia y siguieron su camino ágilmente monte arriba. Los estuve observando hasta que desaparecieron y continúe mi ruta de bajada.
El arruí, también conocido como muflón del Atlas (ya que es originario de esas montañas del norte de África), es un ungulado algo más grande que una cabra montés que fue introducido en la provincia de Alicante con fines cinegéticos. Poco a poco ha ido colonizando la zona y a día de hoy es posible verlo en prácticamente todos los montes de la provincia. Que recuerde lo he visto en el Mitjorn, la Aixortá, Serrella, Alto de Sella, en el barranc del Arc y esta última vez en el Cabeçó d´Or. Curiosamente, en su lugar de origen, el sur del Atlas, se encuentra en peligro de extinción.
Cuando el rebaño de arruis desapareció continué mi camino monte abajo, pero el escándalo de un jabalí junto a la senda hizo que me diera un vuelco el corazón. A este no lo pude ver, la noche ya era cerrada y se escondía en una zona frondosa, pero podía oírlo muy cerca junto al camino. Di varios gritos para ahuyentarlo que en la soledad de la noche sonaban ridículos, pero no quería que se asustara y me embistiera. Por fin se fue y yo continué mi ruta de vuelta.

Con el oído y olfato agudizados por la oscuridad de la noche, y con la tensión aún en el cuerpo escuché el ulular de un cárabo. Este es un viejo conocido con el que coincido muchas noches en este mismo tramo del camino. El cárabo es una rapaz nocturna de tamaño medio muy difícil de ver, no solo porque está activa durante la noche, además se mimetiza con los árboles donde se suele perchar. Sin embargo es bastante común y su canto es muy fácil de identificar.
El ulular del cárabo fue mi compañia hasta el Racó de Seva. Desde allí siguiendo la pista forestal llegué hasta el Plá de la Gralla donde había comenzado a caminar un par de horas antes.
Allí terminé esta bonita actividad que sentí con gran intensidad y en la que pude comprobar que no estamos solos, e incluso en lugares tan concurridos y cercanos, como el Cabeçó d’Or, hay vida salvaje. Vida que debemos respetar y cuidar. No hay que olvidar que ellos están en su casa y nosotros solo de paso. Si lo hacemos podremos disfrutar de experiencias tan mágicas como esta que viví ayer a escasos veinte minutos de casa.
Nota: Los datos de distancia, desnivel y tiempo fueron tomados en otra jornada ya que ese día no llevaba el GPS.
Galería de fotos






Mapa de la ruta
Resumen de la actividad
Entorno y medio | |
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Alicante | |
Sierra del Cabeçó d´Or | |
Niebla. Mar de nubes en la cumbre | |
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