Actividad mixta que combina la escalada de la vía ferrata del Ponoig con la ascensión a su pico. La ruta de bajada por el Passet del Cigarrí permite volver al inicio haciendo una bonita circular y evitando los rápeles.
Hace casi dos años que no escalo la vía ferrata del Ponoig, más aún que no subo a su cumbre. Para eso me tengo que remontar a 2016, cuando ascendí durante una completa jornada de montaña las tres reinas de la Marina Baja: Puig Campana, Ponoig y Cabal.
En esta ocasión, su ascensión es casual, ya que cuando diseño la ruta no pienso tanto en subir el pico como en buscar una alternativa de bajada a la ferrata evitando los rápeles.
También quiero conocer el Passet del Cigarrí, que cierra el círculo, siendo además el camino más corto de bajada.
Lo de ascender a la cumbre lo decido durante la ruta al ver que queda relativamente cerca, pero es opcional.
Así pues, con la circular pensada -aunque con dudas sobre la salida de la ferrata al plateau superior de la montaña-, me voy al Ponoig una agradable tarde de primavera para hacer esta ruta en solitario.
Además del equipo de vías ferrata que incluye arnés, casco y disipador, echo en la mochila un reverso y una cuerda auxiliar por lo que pueda pasar, aunque su escasa longitud (30 metros) no permite bajar por los rápeles. Tengo que salir por arriba sí o sí.
Al llegar al pie de vía veo a varios montañeros que están empezando la actividad.
Dejo pasar un tiempo prudencial y cuando veo que el que cierra su grupo ha subido varios metros me pongo en marcha.
Sin embargo, a mitad de la vía, en una zona que tumba, y que en otras ocasiones he aprovechado para hacer una parada, los alcanzo. Y es que progresar en un grupo numeroso es siempre más lento que hacerlo en solitario.
El resto de la vía la hago charlando con ellos. Son amigos y familiares de Madrid que han aprovechado un festivo en la capital para venir a Alicante y escalar varias vías ferrata. Y es que en la provincia tenemos unas cuantas: La ferrata de Callosa -la más exigente-; la ferrata del Cid -la que tiene más solera-; la ferrata de la Penya del Figueret -fácil y disfrutona-; la ferrata de la Sierra de la Villa -de iniciación-; la ferrata de Xorret de Cati -corta pero intensa-; y aún queda alguna más.
Casi sin darnos cuenta llegamos arriba donde nos despedimos. Ellos toman el camino a la derecha que conduce a los rápeles (2 x 35 metros), mientras que yo continúo mi camino monte arriba.
Tomo una pedrera sin senda alguna que sube en fuerte pendiente en dirección a las paredes. Al llegar a la altura de una faja (cota 860) me desvío a la izquierda para progresar por ella en terreno más cómodo y firme. Camino atento buscando pistas del paso que atraviesa los muros, que se encuentra justo donde las paredes giran a dirección sur, en un contrafuerte que no veo hasta estar prácticamente encima.
La incertidumbre me mantiene alerta y tenso, ya que estoy convencido que, de no encontrarlo, me veré obligado a regresar a los rápeles y esperar a que aparezca alguien que me ceda su cuerda para bajar, y eso a estas horas no ocurrirá hasta mañana.
Por fin veo un murete sencillo protegido con un pasamanos que confirma que voy por el camino correcto. Más tranquilo lo escalo y voy rodeando el contrafuerte. Este tipo de trepas, sencillas -no creo que en ningún caso sobrepase el III grado- pero aéreas y con ambiente, las disfruto un montón. Además, la roca es excelente.
Cuando termino las trepas me cruzo con un par de escaladores de Castellón que acaban de terminar la vía Alfa Centauro. Tras conversar un rato nos despedimos.
Continúo subiendo por terreno de lapiaz, menos expuesto y sin dificultades pero incómodo y rompebotas, hasta llegar a una amplia meseta que asciende suavemente hasta la cumbre del Ponoig. El camino es largo y monótono.
Esta monotonía se rompe en un par de ocasiones gracias a que las vistas se abren y disfruto de unas panorámicas espectaculares. La primera hacia Penya Roc, la segunda en un estupendo mirador natural orientado a la Sierra de Bernia.
Además, me cruzo con un gran rebaño de arruís que me sirven de entretenimiento. Disfrutando de su contemplación llego a la cumbre -donde no existe vértice geodésico-, casi sin darme cuenta. La cara más amable del vecino Puig Campana se muestra en toda su dimensión justo enfrente.
Toca bajar. Lo hago siguiendo el camino de subida durante 800 metros y por la senda del Passet del Cigarrí, que está balizada con hitos, después.
El Passet del Cigarrí es más sencillo que la subida que he hecho desde la ferrata, no obstante exige usar las manos en algún punto y tiene algo de patio.
Una vez lo he cruzado y tras una ligera media ladera, llego al Coll del Cigarrí donde tomo una senda muy marcada y cómoda que sale a mano izquierda y sigue el barranc de la Canal.
El camino cruza un espeso bosque mediterráneo y tiene las paredes del Ponoig como telón de fondo, así que disfruto mucho de este tramo de bajada que conduce hasta el helipuerto, donde comencé la ruta hace casi 4 horas y media.
Ha sido una interesante ruta, en la que he combinado la vía Ferrata del Ponoig con el senderismo. Una alternativa a la clásica escalada de la ferrata bajando por los rápeles, más completa y para hacer con algo más de tiempo.
Nota: mientras preparo este artículo, he encontrado otra alternativa de salida a la vía ferrata sin hacer los rápeles y sin necesidad de trepar los muros del Ponoig. Es de Jaime Escolano, conocedor como pocos de la geografía alicantina. Puedes leer su artículo haciendo clic en este enlace.
Galería de fotos
Mapa de la ruta
Resumen de la actividad
Entorno y medio | |
---|---|
Sierra de Aitana | |
Monte Ponoig | |
Algo de bruma. Viento en calma | |
Ver en Wikiloc |