El Moncayo, situado en el Parque Natural del mismo nombre, es con 2.315 metros, la cumbre más elevada tanto del Sistema Ibérico, como de Soria y Zaragoza, provincias en las que se encuentra. Sagrado para los celtíberos y cuna mitológica de los romanos, este pico es uno de los más emblemáticos de la península Ibérica.
El Moncayo y su entorno están declarados Sitio Natural de Interés Nacional desde 1927 y Parque Natural desde 1978. Este espacio protegido, cuya altitud y aislamiento le han dotado de una riqueza botánica excepcional, se extiende a lo largo de 11.000 hectáreas entre la meseta castellana y la depresión del Ebro.
Su proximidad a la ciudad de Zaragoza, pero también su prominencia y el halo de misterio que lo envuelve, lo convierten en destino habitual entre montañeros y senderistas que desean conocerlo y disfrutar del contacto con la naturaleza.
Existen multitud de rutas para alcanzar su cima: desde la Fuente de los Frailes, Litago, Beratón… Sin embargo, las más habituales son: por el sur desde Cueva de Ágreda (Soria); o por el norte desde el Santuario del Moncayo (Zaragoza), por donde me dispongo a subir.
Vengo de pasar unos días de Navidad en Irún -donde he aprovechado para subir el Txindoki y el Pagogaña– y me dirijo a casa en El Campello (Alicante). El camino de vuelta es largo, así que planifico un intermedio para subir el Moncayo y continuar el viaje.
Moncayo, ruta circular al techo del Sistema Ibérico
La ruta comienza en el aparcamiento de Haya Seca que se encuentra aquí. Llego por una pista de tierra transitable para turismos que está 800 metros antes de la ermita de Nuestra Señora del Moncayo.
Aunque el invierno ha comenzado y en esta época del año el Moncayo suele estar cubierto de nieve, lo encuentro, más allá de alguna pequeña placa de hielo, en condiciones estivales.
Inicio la ruta circular por un sendero que sale del parking dirección suroeste en sentido antihorario. Cruzo un bosque en el que abunda el pino silvestre y negro, así como ejemplares aislados de tejo y acebo que llaman mi atención.
El paisaje cambia a medida que avanzo. Llegando a Peña Nariz, un promontorio en la ladera que hace las veces de mirador, un enorme canchal de piedras tapiza la ladera norte del Moncayo. Poco después se encuentra el barranco de Agramonte (también llamado de Castilla o Valdiez).
Cambio de dirección para subir por el barranco y poco después llego al collado de Castilla o Pasalobos a 1.949 metros de altura.
Me encuentro en la divisoria natural entre Aragón y Castilla León, una divisoria que es además climatológica, ya que en la cara norte el clima es Eurosiberiano mientras que en la sur es Mediterráneo.
Dejo Peña Negrilla -la cima gemela del Moncayo que cierra el cordal por el norte- a mi espalda y emprendo, sin prisa pero sin pausa, la exigente subida que me separa del Moncayo.
Cuando por fin llego, el habitual cierzo me recibe con fuerza.
La cumbre es una vasta meseta con escaso interés pero una panorámica sin igual sobre tierras castellanas, aragonesas y navarras. Desde esta atalaya se domina gran parte del noreste peninsular. Un mar de nubes cubre la depresión del Ebro detrás del cual veo los Pirineos cubiertos de nieve.
Me refugio en uno de los múltiples círculos de piedra que hay en torno a la cima y que han construido otros montañeros con el fin de guarecerse del viento, tan habitual como desagradable. Aprovecho la parada para tomar un rápido almuerzo e hidratarme antes de volver a la ruta.
Continúo por el cordal de la sierra con el circo glaciar de San Miguel o El Cucharón a mi izquierda. Mientras avanzo por estas lomas desprovistas de vegetación, corono el Cerro de San Juan (2.283 m) y poco después llego a un collado conocido como Alto de las Piedras, donde me desvío hacia el norte para emprender la bajada.
El camino, que desde el vértice geodésico ha sido cómodo y suave, discurre ahora por una senda estrecha, empinada y con piedra suelta, que describe varios zig zags. De hecho, esta parte de la ruta se conoce como las zetas.
Las vistas del Cucharón son desde aquí muy buenas y en su fuerte pendiente se intuyen varias líneas para posibles ascensiones invernales.
Dejo atrás las zetas y me interno en un bosque de pinos que me conduce hasta el Santuario del Moncayo donde además de la iglesia, hay un restaurante y un albergue. Desde aquí tengo 700 metros por pista de tierra hasta el parking de Haya Seca donde cierro el círculo que inicié hace algo menos de 3 horas y media.
Solo tengo que recoger, cambiarme de ropa y ponerme cómodo para acometer el viaje, aún largo hasta Alicante, que tengo por delante.
Subir el Moncayo en condiciones estivales es sencillo y al mismo tiempo imprescindible para senderistas y montañeros. Un pico imponente cuya prominencia -se trata, con 1.298 metros, de la décima montaña más prominente de la península Ibérica- le hace destacar muy por encima del resto de la comarca, de ahí que las fuertes rachas de viento sean habituales en su parte más alta.
Galería de fotos
Mapa de la ruta
Resumen de la actividad
Entorno y medio | |
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Sierra del Moncayo | |
Parque Natural del Moncayo | |
Espacio natural protegido | |
Cielo depejado. Temperatura baja. Viento fuerte en el entorno de la cumbre | |
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