Jbel Toubkal

Ascensión invernal al Toubkal y Toubkal Oeste

Montañismo en Marruecos

En el corazón del Alto Atlas, muy cerca de Marrakech, se encuentran las montañas más elevadas del norte de África. El Jbel Toubkal, con 4.167 metros, es el punto más alto del macizo. En este artículo cuento la ascensión invernal no solo de este pico, también de su vecino el Toubkal Oeste, que alcanza los 4.030 metros. El viaje incluyó otros dos cuatromiles cuya ruta contaré en el próximo artículo.

La cordillera más alta del norte de África, conocida por los bereberes como Idraren Draven -montañas de montañas-, atraviesa Marruecos en diagonal durante casi mil kilómetros y rodea Marrakech por el sur y el este. Sus fértiles valles, regados por el deshielo, contrastan con el desierto, visible en cotas altas. Allí suele haber nieve de septiembre a mayo y es el terreno ideal para los amantes de la montaña.

Subir el Toubkal es una actividad que tengo en mente desde hace mucho tiempo. De hecho, la última vez que vine a Marruecos mi idea inicial era subirlo. Tenía todo más o menos organizado, pero cuando dije en casa que venía a Marruecos, mi familia -que no suele apuntarse a mis viajes- me sorprendió diciendo que venían. Cambié los planes de montaña por una visita más turística entre Marrakech y el desierto de Erg Chebbi, que fue donde terminamos. Un viaje que disfruté un montón, pero el Toubkal seguía pendiente.

Ruta en dromedario por el desierto Erg Chebbi
Ruta en dromedario por el desierto Erg Chebbi durante mi primera visita a Marruecos

Esta vez ocurre algo parecido, aunque en sentido inverso. Ya tengo los billetes para irme a Tenerife, con la idea de hacer, por una parte, la famosa 0-4-0 al Teide y, por otra, un trekking en La Palma. Hablando con Darwin, le comento las fechas y resulta que tiene vacaciones justo esos días. Me dice que a Canarias no viene, porque a su mujer le encantan, y eso de que él se vaya al monte le parece bien, pero lo de irse a las islas sin ella no le va a gustar ni un pelo. Así que, casi sin pensarlo, le digo que cambio los billetes y nos vamos al Toubkal. Y, casi sin pensarlo, me dice que sí. Como suele decirse por aquí: pensat i fet.

Lo dejamos todo organizado con tiempo, salvo el pasaporte de Darwin, que lo tiene caducado. Le dan cita para la semana antes del viaje, pero justo el día que va, se caen los ordenadores de la policía y le dicen que tiene que volver a pedirla. Y las citas tardan semanas.

Empiezan así unos días de infarto, en los que tengo la certeza de que me iré solo. Por suerte, gracias a la insistencia de Darwin, la cosa se resuelve y el 19 de enero ponemos rumbo a Marrakech.

Llegada a Marrakech 

Aterrizamos por la tarde. No salgo de mi asombro cuando veo que nos recoge la misma persona que lo hizo el año pasado, cuando vine con mi familia. Es casualidad, pero no tanta: quienes se encargan de los viajes al Atlas suelen ser familias de Imlil. Y entonces, aunque venía como turista, lo hice de la mano de Brahím, un guía Imlil cuyo contacto me pasó hace años Vicente Monerris, de Alicante Aventura (a quien desde aquí recuerdo con cariño). Esta vez Brahím no organiza el viaje, pero he quedado con él para saludarlo. De hecho, vamos a coincidir un par de veces más durante estos días.

Pero volvamos al chófer. Parece que le va bien, porque esta vez conduce una furgoneta bastante nueva, que nada tiene que ver con el destartalado Dacia con el que nos recogió el año pasado. Me alegro. Eso sí, tose y escupe como entonces, y da la impresión de que en cualquier momento va a perder un pulmón. Algunos hábitos no cambian.

Nos deja junto a Jamaa el Fna, la plaza central de Marrakech y el corazón de la medina. Allí se encuentra el Hotel Ali, el alojamiento más popular entre los montañeros españoles, donde pasamos -igual que el año pasado- nuestra primera noche. Por cierto, también es el mejor sitio para cambiar moneda. 

Hotel Alí en Marrkech
Hotel Alí en Marrkech

Subimos a la terraza con vistas a la plaza, donde está el restaurante, y allí conocemos a Vicente, un montañero de Paiporta que, para nuestra sorpresa, va a hacer la ruta con nosotros. Me alegro. Tres es un buen número para una actividad como esta. Además, enseguida congeniamos.

Llegada a Imlil, nuestro punto de partida para ascender al Toubkal 

A la mañana siguiente, después del desayuno, un taxi -con otro conductor- nos recoge para llevarnos a Imlil, la principal puerta de entrada al Parque Nacional del Toubkal. Desde allí vamos a iniciar la ruta de aproximación al refugio.

En la casa particular donde nos deja, conocemos a Omar, que será nuestro guía. Su experiencia en montaña parece limitarse a subir al Toubkal y a otras cumbres cercanas. En cuanto al idioma, lo habla como la mayoría: hace como que entiende y asiente a todo. Pero ni una cosa ni la otra me preocupan. Lo importante es que hay buena conexión.

También conocemos al mulero, que además, hará las veces de cocinero, y a unas chicas catalanas que, aunque van con otro guía, comparten con nosotros mulero y cocinero.

El mulero, su mula y nuestro equipaje
El mulero, su mula y nuestro equipaje

Nos cambiamos, dejamos lo que no necesitamos en la casa (lo recogeremos a la vuelta) y comenzamos nuestra pequeña aventura.

De Imlil al refugio del Toubkal 

En realidad no estamos en Imlil, sino en una de las aldeas que hay en el valle, un poco más arriba. 

Desde aquí comenzamos a caminar por una pista transitada por vehículos. No tardamos en llegar a Aremd, un bonito pueblo con la típica fisonomía de las aldeas bereberes del Alto Atlas: casas de adobe y tejados planos que se escalonan ladera arriba.

Iniciando el trekking de ascenso al refugio del Toubkal
Iniciando el trekking de ascenso al refugio del Toubkal

El camino desciende ligeramente hasta el amplio y pedregoso cauce seco del río Aït Mizane, para luego trepar por la ladera izquierda. A partir de aquí, la ascensión es progresiva. 

Me llaman la atención algunas construcciones junto al sendero, convertidas en pequeñas tiendas donde se ofrece desde zumo natural recién exprimido hasta los souvenirs más variados.

Poco después de cruzar la entrada al Parque Nacional, pasamos por la Gendarmería, donde Omar tiene que presentar nuestros pasaportes, una formalidad que exigen las autoridades.

Un alto en el camino 

La siguiente parada es Sidi Chamharouch, último asentamiento en la ruta al Toubkal. En el tejado de una casa de adobe, junto al río Reraya, comemos un riquísimo tallín y una ensalada. Las sillas y mesas están desvencijadas, pero no importa: es el trekking más lujoso que recuerdo. Sin peso y con rica comida recién hecha.

Parada a comer de subida al refugio
Parada a comer de subida al refugio

Después cruzamos la aldea, que tiene varias tiendas y recibe a peregrinos que suben hasta aquí para hacer sus ofrendas.

El camino asciende serpenteando y continúa por una pendiente en diagonal que va ganando altura, con el torrente, muy por debajo, a nuestra izquierda. Pasamos bajo las faldas de varias montañas hasta alcanzar una amplia llanura, donde se encuentra el refugio del Toubkal, aquí vamos a pasar las dos próximas noches. Hemos llegado en zapatillas, pero en el refugio empieza la cota de nieve y mañana saldremos con los crampones puestos. 

El Refugio Toubkal 

El refugio del Toubkal, también conocido como refugio Neltner, está a 3.207 metros de altitud, justo en la base de la montaña, y es el principal punto de partida para subir a la cumbre.

Refugio del Toubkal o refugio Neltner
Refugio del Toubkal o refugio Neltner

Dispone de habitaciones compartidas con literas, que tienen desde 8 hasta 27 camas. A nosotros nos toca una de 27 y no tenemos suerte: los compañeros de la primera noche resultan escandalosos y maleducados. Cuando se despiertan por la mañana, encienden las luces y hablan a gritos mientras preparan sus cosas, sin importar si otros están durmiendo.

También cuenta con baños y duchas, aunque nosotros no las usamos. La temperatura dentro del refugio está por debajo de cero y la zona de las duchas es, con diferencia, la más fría. Aun así, vemos a algún valiente que se atreve.

El comedor y las zonas comunes son un punto de encuentro internacional. La fauna montañera que se reúne aquí es de lo más variada: desde turistas que han sido convencidos en Marrakech de que esta montaña es para todos los públicos -y que mañana descubrirán lo contrario- hasta alpinistas que vienen a buscar líneas de escalada mixta. Con todos compartimos espacio y tiempos muertos de descanso.

Los enchufes están muy solicitados y la Wi-Fi, saturada por las peticiones de todos los teléfonos, no da abasto. Aun así, con algo de paciencia, los WhatsApps para avisar a la familia de que todo va bien acaban saliendo.

No estoy seguro de si cuenta con servicio de restaurante, pero lo que sí tiene es una gran cocina donde los cocineros se turnan para preparar la comida de sus grupos. Comemos por turnos, en un sistema que funciona con sorprendente eficacia. Todo está muy bien organizado. 

Como no podía ser de otra manera en Marruecos, al poco de llegar y ya instalados, nos sacan un té. Viene acompañado de palomitas y galletas. Cenamos pronto y nos acostamos con algo de nervios por la actividad de mañana.

Refugio Toubkal – Jbel Toubkal (4.167 m)

Comenzamos la ruta a las 8, mucho más tarde que la mayoría. Cruzamos el torrente del Assif n Issou gouane, cuya cascada está completamente congelada. Hemos amanecido a -13 °C y se esperan rachas de viento de hasta 90 km/h, lo que supone una sensación térmica de -21 °C.

Primeras palas de ascenso al Toubkal
Primeras palas de ascenso al Toubkal

La primera parte es una pala de fuerte pendiente que poco a poco se cierra hasta convertirse en un embudo.

Nos cruzamos con gente que está bajando; han salido temprano con la idea de estar esta misma noche en Marrakech. Muchos no han hecho cumbre. Aunque es cierto que se trata de una actividad relativamente sencilla, exige una buena forma física y, en esta época del año, soltura con crampones y piolet. Además, el frío hace que más de uno se eche atrás.

El embudo se abre y al fondo del circo, vemos el collado sur del Toubkal, conocido como Tizi n’Toubkal, a 3.971 metros. Aquí paramos para comer algo e hidratarnos.

Omar llegando al collado sur del Toubkal
Llegando al collado sur del Toubkal

Comienza la última parte de la ascensión, por una pequeña arista donde el viento ha dejado la roca al descubierto. De pronto, la vista se abre hacia unos espolones rocosos coronados por el curioso vértice geodésico triangular que marca la cima del Toubkal. Ya estamos muy cerca.

Seguimos bordeando el cordal y encaramos los últimos metros por pendientes suaves hasta alcanzar los 4.167 metros de la cumbre más alta del norte de África.

En la cumbre del Toubkal
En la cumbre del Toubkal

Como hemos salido más tarde de lo habitual, la disfrutamos en completa soledad, algo poco habitual en este monte saturado. Hacemos una buena parada para contemplar las vistas, que hacia el sur se extienden hasta el desierto del Sáhara.

Hacia el Toubkal oeste (4.030 m)

Le proponemos a Omar acercarnos al Imouzzer -un cuatromil cercano que vemos desde aquí-, para bajar por el otro valle y completar así una circular que pasa por los restos de un avión accidentado. Pero nos dice que, con las condiciones de hielo que tiene la cara norte, por donde va la ruta, la bajada es muy expuesta.

Buscamos alternativas. El Toubkal Oeste parece la mejor opción y además es viable, así que, hacia allí nos dirigimos.

Toubkal oeste
Toubkal oeste. Último pico de la derecha

Volvemos al collado Tizi n’Toubkal, desde donde seguimos en media ladera por pendientes fáciles hasta la antecima que, debido a la nieve acumulada, presenta un par de pasos delicados. Tras superarlos, alcanzamos la cumbre, que también disfrutamos en soledad. Las panorámicas son aún mejores que desde el Toubkal: se ven todos los cuatromiles de la zona, el lago de Ifni -casi 2.000 metros más abajo- y el propio Toubkal.

Vicente, Omar, yo y Darwin en la cumbre del Toubkal oeste. El Toubkal al fondo
En la cumbre del Toubkal oeste. De izquierda a derecha Vicente, Omar, yo y Darwin. El Toubkal al fondo

Para volver al refugio, retrocedemos ligeramente sobre nuestros pasos, pero en lugar de llegar al collado, acortamos por la ladera norte hasta enlazar con la vaguada. Desde allí, seguimos la misma ruta que por la mañana, pero en sentido inverso, hasta el refugio.

Son las 13:30 h cuando llegamos y nuestro cocinero nos recibe primero con un té caliente y algo más tarde con una reconfortante sopa. Aunque cansados, estamos muy contentos porque hemos disfrutado de una magnífica jornada de montaña. 

El resto de la tarde lo pasamos charlando, descansando y tratando de colar algún WhatsApp a la familia a través de la saturada Wi-Fi del refugio. Mañana, si la meteo y las fuerzas acompañan, lo intentaremos con el Ras y el Timesguida.

Galería de fotos

Mapa de la ruta

Resumen de la actividad

Nivel de esfuerzo Esfuerzo Alto
Duración de la actividad Duración 5h 22min + 5h 20min
Distancia Distancia 11,54 + 8,08 km
Desnivel Desnivel 1.499 + 1.173 m
Dificultad Dificultad F
Tipo de ruta Ruta De ida y vuelta
Entorno y medio
Zona donde se realizó la actividad Centro de Marruecos
Lugar donde se realizó la actividad Parque Nacional del Toubkal
Zona natural protegida Espacio natural protegido
Tiempo durante la actividad Cielo despejado, temperatura muy baja, viento muy fuerte
Descargar ruta en Wikiloc Ver en Wikiloc

Resumen de la actividad

Nivel de esfuerzo Esfuerzo Alto
Duración de la actividad Duración 5h 22min + 5h 20min
Distancia Distancia 11,54 + 8,08 km
Desnivel Desnivel 1.499 + 1.173 m
Dificultad Dificultad F
Tipo de ruta Ruta De ida y vuelta
Entorno y medio
Zona donde se realizó la actividad Centro de Marruecos
Lugar donde se realizó la actividad Parque Nacional del Toubkal
Zona natural protegida Espacio natural protegido
Tiempo durante la actividad Cielo despejado, temperatura muy baja, viento muy fuerte
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