La Sierra del Cantal, situada al suroeste de Villajoyosa, es una modesta elevación montañosa cercana a la costa con rincones sorprendentemente verdes y húmedos. El sendero de pequeño recorrido PR CV-437 la recorre pasando además muy cerca del emblemático Cantal de la Mola. Una ruta larga pero sencilla que discurre en su totalidad por pistas forestales.
Para esta excursión, que hago a principios de un mes de junio anormalmente caluroso -de hecho estamos pasando la primera ola de calor del año-, decido madrugar, y a las siete de la mañana ya estoy en el punto donde comienza la ruta, junto a la pedanía de la Ermita, muy cerca de Villajoyosa.
La Ermita de San Antonio Abad es un barrio que engloba varias partidas de Villajoyosa, y que debe su nombre al templo que antiguamente fuera ermita y hoy es parroquia de San Antonio Abad.
El inicio de la ruta se encuentra en un descampado justo a mitad de camino en la carretera que circunvala dicho barrio. Hay sitio de sobra para dejar varios coches y un cartel que informa de todos los detalles de la ruta.
PR CV-437. Vuelta al Cantal
Comienzo a caminar hacia el norte, siguiendo el PR CV-437 en sentido antihorario.
No llevo recorridos 500 metros cuando paso junto a un magnífico ejemplar de olivo con nombre propio, la Olivera Grossa. Se trata del único árbol monumental catalogado como tal que hay en el municipio de Villajoyosa. Dicen que tiene 1.400 años y que ya daba aceite a los propietarios de la lujosa villa romana de Xauxelles.
Una breve parada para admirar su enrevesado y portentoso tronco, y vuelvo a la ruta, de momento por pistas asfaltadas que recorren partidas rurales en las que las viviendas y casas de campo diseminadas se suceden.
Paso bajo la autopista, junto a la depuradora, me incorporo a una vía pecuaria y poco después, todavía en terreno bastante urbanizado, tengo la gran sorpresa de cruzarme con un jabalí. El animal al verme echa a correr pero pasan varios segundos hasta que desaparece de mi vista.
Aunque había oído que los jabalíes ya están llegando a la costa, y hace una semana leí la noticia de que uno había atacado a un señora de Cuenca en la playa -suena a coña, pero es completamente real-, me sorprende cruzarmelo tan cerca del mar, máxime, cuando después de tantos años pateando el monte alicantino, es el segundo que veo en la provincia.
Tras este inesperado encuentro continúo la ruta que se va introduciendo poco a poco en el monte, aunque lo cierto es que casas de campo aisladas voy a ver durante prácticamente toda la ruta.
Bancales de almendros, algarrobos y olivos, así como áreas donde abunda el pino de repoblación, se suceden.
En algunos lugares la panorámica se abre hacia el mar y la vista es inmejorable. Las lomas cubiertas de pino se suceden hasta el mismo Mediterráneo. Girando la cabeza, en el lado opuesto, es el Puig Campana quien preside las vistas.
Llego a un cruce de caminos en el que hay varias señales. Una de ellas indica que en tres kilómetros estaré en el punto más alto de la ruta, el Cantal de la Mola, una impresionante mole caliza que conozco bien pues la he visitado en numerosas ocasiones, aunque siempre lo he hecho desde la carretera que une Aigües con el embalse de Amadorio.
Desde este cruce también es posible volver al inicio acortando notablemente la ruta, pero yo prefiero continuar monte arriba.
Supero algunas rampas y llego al Cantal donde hago una parada para hidratarme y comer algo disfrutando de la visión de este pequeño coloso que fue frontera entre los reinos de Aragón y Castilla.
De nuevo en ruta, toca la bajada que en esta primera parte atraviesa el barranco de l’Aigüeta, muy verde y frondoso.
Según me aproximo a la parte baja, el monte da paso a las casas de campo y fincas de cultivo, sobre todo de cítricos.
Cuando llego al Pont de Sant Argil, a menos de un kilómetro de mi destino, veo que se encuentra apuntalado y cortado, no solo al tráfico, también a peatones. Parece ser que ha sufrido daños debido a las lluvias torrenciales que ha vivido la localidad el pasado mes de abril.
La estructura de uno de los arcos del monumento, patrimonio cultural e histórico del siglo XV, se ha hundido y existe riesgo de que se produzca el derrumbamiento del arco occidental.
Esto me obliga a volver sobre mis pasos y hacer 3 kilómetros extra dando un largo y pesado rodeo para cruzar el río Amadorio, lo que además me impide pasar junto a la Roca Encantà sobre la que existe alguna leyenda.
Al fin llegó al coche poco después de las 11:00h, justo cuando el calor comienza a apretar.
Mapa de la ruta
Otras posibilidades en torno al PR CV-437 y la Sierra del Cantal.
Dos semanas antes de la excursión que acabo de contar hice parte de la misma con Salva y Teo, aunque no desde Villajoyosa, sino desde la carretera que une Aigües con el pantano de Amadorio.
Esa primera ruta por la Sierra del Cantal de apenas 10 kilómetros, en la que nos adentramos en el Cantal de la Mola, recorrimos el frondoso barranco de l’Aigüeta, y en la que nos cruzamos con conejos, perdices, ardillas, un lagarto ocelado y un águila perdicera, fue la que me abrió el apetito de conocer estas montañas en profundidad. Así que decidí recorrer el PR en su totalidad.
Ahora que lo he hecho, sé que aún me quedan rincones de esta sierra por descubrir. Y es que las posibilidades que ofrece, surcada como está de pistas y caminos, son enormes, y cada uno puede diseñar la ruta conforme a sus ganas de caminar y tiempo disponible.
Mapa de la ruta alternativa
Conclusión
Recorrer la Sierra del Cantal siguiendo el PR CV-437 ha resultado una grata sorpresa. Buenas panorámicas, rincones verdes, húmedos y frondosos, y fauna menos esquiva que en otros lugares más frecuentados. Volveré.
Galería de fotos
Resumen de la actividad
Entorno y medio | |
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Marina Baja | |
Sierra del Cantal | |
Cielo claro y sin viento. Temperatura elevada | |
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