La cresta del Capurutxo ofrece una escalada fácil (con algún paso de hasta III+) con un ambiente lo bastante aéreo como para pasarlo bien sin agobios. Es ideal para iniciarse en este tipo de recorridos, y es justo lo que venimos buscando: una actividad corta, asequible y con buenas vistas. Sin embargo, lo más interesante ha sido la vuelta por la umbría de la sierra, un tramo de bosque mediterráneo fresco y muy bien conservado que me ha sorprendido encontrar tan cerca de la llanura manchega.
Todo empieza en un viaje en tren a Madrid. Mirando por la ventana me llama la atención una cresta afilada que destaca entre campos de labor y montañas más suaves. Abro la app del IGN y descubro que se trata del Capurutxo. Entonces recuerdo que esta cresta aparece reseñada en el libro de las 23 crestas y aristas de la Comunidad Valenciana.
Una semana después, estoy en el coche con Sento camino a la Font de la Figuera, punto de partida para la ascensión a la cresta del Capurutxo.
Cresta del Capurutxo
La sierra del Capurutxo se alza en una encrucijada de caminos entre tierras manchegas, valencianas y alicantinas. Esta prominente montaña, situada a los pies de la Font de la Figuera, cuenta con dos cumbres bien definidas: La Cruz del Capurutxo (901 m) y el Capurutxo o Penya Foradada (978 m). La cresta sigue un filo rocoso que culmina en esta última, sobre una roca sorprendentemente sólida para tratarse de una cresta.
La ruta encadena pasos de grado fácil sobre paredes modestas, lo que la convierte en un buen escenario para iniciarse o practicar la progresión por este tipo de terrenos. La panorámica, la tranquilidad del entorno y las agradables sendas de acceso -y sobre todo de retorno, por la umbría- completan la visita a una montaña poco frecuentada pero muy recomendable.
Aproximación
Aunque las reseñas que hemos leído hablan de dejar el coche fuera del pueblo, nosotros lo hacemos en el casco urbano, junto a la Cooperativa Vinícola La Viña. Desde aquí, seguimos calle arriba con la vista puesta en la sierra que es a donde nos dirigimos.
Cruzamos el paso inferior de la nueva circunvalación y, poco después, el de las vías del tren. Tomamos la pista de la izquierda y la seguimos unos 300 metros, hasta llegar a un chalet. Justo ahí sale una senda a la derecha, que seguimos. Es bastante evidente.

Al poco, tomamos un desvío a la izquierda que sube en fuerte pendiente siguiendo el cordal. El trazado combina tramos de pinar con otros de monte bajo, más despejados y abiertos. Así llegamos a la Cruz del Capurutxo, que, como sugiere el nombre, está coronada por una gran cruz en su punto más alto.
Sin abandonar en ningún momento el cordal, tras una sucesión de bajada, subida y nueva bajada, alcanzamos el collado del Capurutxo. Allí tomamos una pista forestal que nos lleva hasta la caseta de vigilancia para incendios, donde comienza la actividad que hemos venido a hacer.
Cuando estamos llegando a la caseta, y con la cresta frente a nosotros, Sento me dice que prefiere hacer una ruta senderista. Por mi parte, y ya sin compañero de cordada, decido probar hasta dónde puedo progresar sin asegurar, siempre con seguridad y sin asumir riesgos innecesarios.
La cresta
La primera parte, en la que avanzo de roca en roca, está bastante cubierta de vegetación. Poco a poco, el matorral va desapareciendo y la cresta empieza a ganar algo de carácter. Por ahora, el avance es sencillo y poco expuesto. Además, en cualquier momento podría darme la vuelta. Ya veremos qué tal la brecha donde está el paso clave. Desde la distancia impone, aunque ya sabemos que en montaña la perspectiva suele exagerar las pendientes.

Un pequeño destrepe me deja a los pies de la famosa horcada. Desciendo un poco más a pie y busco el camino más sencillo para volver a montarme en la cresta.
Lo hago por la vertiente este, donde la trepada no presenta más problemas que la abundante vegetación, que en algunos puntos dificulta la progresión. Poco antes de retomar la cresta, me encuentro un fisurero. Por un lado, confirma que voy bien; por otro, me regala la alegría de sumar un seguro más a mi colección. ¡A la butxaca!
El paso no me parece ni complicado ni expuesto. Y, como por lo que he leído es el más difícil de la cresta, continúo con confianza, convencido de que no voy a tener problema en recorrer el resto del filo.

Efectivamente, lo más complicado ha quedado atrás. Aún encuentro algunas trepadas, de II+ o quizá III, aunque en algunos casos hay que buscarlas, ya que pueden evitarse fácilmente por el lateral izquierdo. Son todas entretenidas, fáciles y con muy poca exposición.
Llego a la cumbre de la Penya Foradada, disfruto un momento de las vistas pero no me entretengo. Sento está en algún punto de la falda de la montaña esperándome y aún me queda recorrer todo el camino de vuelta.
Descenso
Continúo en dirección sur, ahora ya caminando, hasta que el cordal se aplana por completo. Este altiplano, pese a su forma suave, está rodeado de paredes rocosas por todas sus vertientes. Me cuesta encontrar un fallo por el que destrepar, tanto que en un momento dado me planteo seriamente volver por donde he venido.
Pero recuerdo haber leído que hay un destrepe, así que echo un último vistazo al terreno por el borde de las paredes. Efectivamente, encuentro una debilidad: es un paso algo expuesto, quizá el más comprometido de toda la actividad… o quizá no, pero no me lo esperaba. En cualquier caso, es factible. Tras destrepar, me dirijo al bosque.
La frondosa umbría del Capurutxo
Buscando trazas de senda voy cambiando de dirección hasta que termino en una senda perfectamente definida que va en dirección nor-noreste con la cresta que acabo de recorrer a mi derecha.

La senda continúa por la umbría del Capurutxo, dentro de una microrreserva de flora. El entorno está dominado por densos pinares y matorral mediterráneo bien conservado: coscojas, romero, aliagas, tomillo… pero también aparecen helechos y vegetación que uno no esperaría encontrar en estas latitudes, como ciertas hepáticas y musgos que crecen en las rocas húmedas. Me impresiona la abundancia y la sensación constante de humedad. Además, por lo que he leído, en esta zona se concentran muchas especies endémicas. Todo este frescor vegetal contrasta con la llanura manchega abierta y despoblada que se adivina al otro lado.
Paso junto a una cueva que ya había visto desde lo alto, mientras recorría la cresta. No es especialmente grande, y sé que en esta sierra hay otras más interesantes, como la Cueva de la Balconà o Cueva Santa. Pero esas no sé dónde están y esta me pilla de paso. Así que, haciendo un pequeño desvío, me acerco hasta ella.

De vuelta al sendero, me deleito cogiendo espárragos trigueros, que crecen en abundancia, y comiéndolos mientras camino.
Tras recorrer la vertiente este y norte, llego al collado del Capurutxo, donde está Sento esperándome. También él ha disfrutado de esta magnífica senda y ha quedado tan sorprendido como yo.
Almorzamos y volvemos ligeramente sobre nuestros pasos para tomar un desvío a la derecha que continúa por la umbría de la sierra. Tras un par de kilómetros, enlazamos con la senda por la que habíamos comenzado por la mañana. Sin embargo, en lugar de regresar por el mismo sitio, tomamos otra pista que recorre campos de cultivo y casas de campo hasta salir, ahora sí, a los pasos inferiores que nos conducen de nuevo al casco urbano de La Font de la Figuera.
Han sido poco más de nueve kilómetros, pero con tramos variados, buenos paisajes, cresteo, sendas interesantes y un entorno natural sorprendente. No conocía esta sierra y me alegro de haber venido. Seguro que no será la última vez. ¡Hasta la próxima!
Galería de fotos










Mapa de la ruta
Resumen de la actividad
Entorno y medio | |
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La Costera | |
Sierra del Capurutxo | |
Espacio natural protegido | |
Cielo despejado con algo de bruma | |
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