La Mallà del Llop, una de las cumbres más altas de la Serra Serrella, tiene, bajo el vértice geodésico, una terraza orientada al sureste y protegida de los vientos del norte, que es un lugar ideal para hacer vivac. Ver amanecer desde este mirador natural, con vistas al Mediterráneo, al valle de Guadalest y a las montañas que lo rodean (Aixorta, Bernia y Aitana), es una experiencia al alcance de cualquiera que se anime a superar el exigente desnivel que existe desde cualquiera de sus vertientes. En este artículo relato la subida más técnica que he hecho hasta su cumbre, la noche que pasamos allí durante las Perseidas y la bajada por el Barranc de la Canal.
Hace años, cuando subí por primera vez a la Mallada del Llop, pensé: qué buen lugar para hacer un vivac, y cada vez que he vuelto, he pensado lo mismo. Sin embargo, aunque en esta sierra he pasado alguna noche al raso, estos vivacs han sido en otros puntos. El último, después de una subida por Els Frares, lo hice junto a la cava de nieve en la antecima del Plá de la Casa. Me estaba preparando para el Kungsleden, y aquella fue una ruta preciosa, además de exigente tanto física como técnicamente. Hubo otro anterior, en el Coll de Borrell, durante la prueba final del TCAF. Y, por fin, lo he hecho en la Mallà del Llop. A continuación lo narro.
La idea del vivac es de mi amigo David, que, tras años de inactividad, vuelve a la montaña y tiene ganas de dormir bajo las estrellas. Con él escalé mis primeras vías de varios largos, y juntos colocamos, con más fe que conocimiento, nuestros primeros seguros flotantes. Además, compartimos muchas aventuras antes de que este blog existiera; de algunas guardo un gran recuerdo, como una circular en Gredos en la que subimos al Almanzor y vivaqueamos junto al Ameal de Pablo, o el recorrido invernal de la larga cresta que une los tresmiles que hay entre el Cartujo y el Caballo, en Sierra Nevada.
También viene Fran, con quien he subido al Cabeço d’Or en múltiples ocasiones, y he recorrido la cresta de la Cova dels Corrals en la Sierra del Migjorn.
Ruta circular a la Malla del Llop con vivac en la cumbre
La salida la planeamos para el miércoles 14 de agosto, víspera de festivo que coincide con la semana de más actividad de la lluvia de estrellas de verano, las Perseidas.
Pero la casualidad quiere que la fecha coincida con una DANA que está afectando el tercio este peninsular, dejando avisos amarillos y naranjas por lluvias y tormentas. Tras estudiar minuciosamente la situación meteorológica, comprobamos que los avisos y la lluvia desaparecen, al menos en la Serrella, a partir de las 18:00h, así que mantenemos nuestros planes.
Ascensión a la Malla del Llop por la vertiente sureste
Dejamos el coche en el Camí de Castells, la pista que, primero asfaltada y luego hormigonada, conecta el Valle de Guadalest con Castell de Castells.
Son alrededor de las siete de la tarde cuando, convenientemente pertrechados, comenzamos a caminar hacia el oeste por el Camí dels Arbrets, una pista que nace donde hemos aparcado. Al principio está asfaltada y rodeada de frondosa vegetación mediterránea, pero pronto se convierte en una pista de tierra que atraviesa una zona monótona y sin apenas arbolado, recorriendo la falda sureste de la Serrella. Discurre en paralelo al Barranc de Betunes.
Dejamos a nuestra derecha la senda que asciende al Barranc de les Mates primero y al de la Canal después, que es por donde regresaremos mañana.
El ambiente, tras la reciente e intensa lluvia, es fresco y agradable, un placer en este tórrido agosto. Sin embargo, el suelo está embarrado y la roca resbala. Además, tenemos que sortear varios árboles caídos sobre la pista, cuyos troncos sin corteza, patinan sobremanera. Cruzar estas auténticas barricadas naturales, se convierte en una tarea ardua y tediosa.
Después de tres kilómetros por la pista, el ambiente cambia y un denso bosque de pino carrasco nos envuelve prácticamente de golpe.
Rodeamos un cerro hasta una zona más abierta dejando a nuestra izquierda els Corrals dels Carrascal, una construcción que apenas se mantiene en pie pero con excelentes vistas que incluyen: Peña del Castellet, Sierra Aixortà, una punta de la Bernia, el pantano de Guadalest, la Serra Gelada, el morro del Ponoig y la Sierra de Aitana. Este es el último paisaje que vamos a disfrutar hoy, ya que el sol se ha puesto hace rato y la luz desaparece por completo. El resto de la ruta la realizamos de noche.
Dejamos la pista, nos colocamos los frontales y comenzamos a subir monte a través, directos hacia la Penya de l’Àguila. No encontramos rastro de sendero, así que cada uno avanza como puede, abriéndose camino entre el denso matorral mediterráneo compuesto por romero, aliaga, brezo, aladierno, tomillo… Plantas secas y duras, adaptadas a este clima, cuyas afiladas ramas y espinas se clavan en piernas y brazos sin compasión. A pesar de los rasguños, llegamos sin contratiempos al abrigo de la Penya de l’Àguila, un lugar al que quiero volver de día, porque lo poco que nos permiten ver los frontales tiene muy buena pinta.
Proseguimos sobre fajas de roca con lapiaces hasta alcanzar una cuerda donde quedan rastros de una senda muy desdibujada. Sin embargo, la perdemos y acabamos en un denso bosque de pino carrasco donde nos desorientamos. Avanzamos, retrocedemos, lo intentamos hacia un lado, luego hacia el otro. Al llegar a un claro, nos planteamos echar los sacos y dormir, pero decidimos intentarlo una vez más y, finalmente, salimos a una pequeña cresta que nos lleva hasta un collado a los pies de la Costera d’en Jaume.
Ya no hay pérdida, debemos trepar el embudo que tenemos por delante y luego seguir una canal a la izquierda que desemboca en la Mallà del Llop. Aun así, nos toca sufrir un poco más: el embudo, completamente empapado por la lluvia de esta tarde, nos da un buen susto. En un paso delicado, David se resbala y cae, aunque por suerte no desde muy alto, y sin consecuencias. Recuperados del susto, continuamos.
Casi trescientos metros de desnivel nos separan de la cima y del ansiado vivac. Ahora la ruta no tiene pérdida, y, cada uno a su ritmo, vamos llegando al vértice geodésico, donde nos instalamos.
Vivac en la Mallada del Llop y bajada por el Barranc de la Canal
Cenamos tranquilamente y nos metemos en los sacos. El cielo está cubierto, aunque de vez en cuando se abren claros que nos permiten ver las estrellas. Gracias a estos momentos, alcanzamos a ver alguna fugaz, pero no tantas como esperábamos. Lo que sí vemos con claridad es la DANA que se desplaza, lanzando gran cantidad de rayos que iluminan el cielo, primero hacia el Montgó y más tarde a las Pitiusas.
Por la mañana, una espesa niebla lo cubre todo, y no podemos disfrutar del amanecer. Sin embargo, este ambiente, más propio de otras latitudes, me gusta mucho; estamos a 15 de agosto en Alicante y tengo frío, un auténtico lujo.
Tras desayunar y recoger, emprendemos la vuelta. Siguiendo el GR-330 llegamos, envueltos en un ambiente fantasmagórico, a la cabecera del barranc de la Canal. Conforme descendemos las nubes se van abriendo, el cielo poco a poco se despeja y el calor no tarda en hacer acto de presencia.
Caminamos con paredes calizas a ambos lados, en uno de los rincones más espectaculares de la provincia de Alicante. A mitad de la canal, el GR se desvía a la izquierda para dirigirse hacia la Penya, el Coll y el área recreativa del Castellet, y finalmente a Castell de Castells. Nosotros, sin embargo, continuamos por el barranco que recorremos casi en su totalidad, y cuando estamos prácticamente abajo tomamos un sendero a la derecha que sigue el barranc de les Mates.
Cruzamos varios abrigos de ganado antes de enlazar con la pista por la que comenzó nuestra ruta ayer, y poco después llegamos al coche donde finaliza.
Solo nos queda ir a Beniardà donde queremos desayunar pero finalmente almorzamos, que tampoco está mal.
Esta ruta en la Mallà del Llop la he disfrutado no solo por la exigencia y la belleza de la actividad, sobre todo por la compañía. David, quien nos animó a hacer un vivac, y Fran, siempre dispuesto y con ese humor que convierte cada dificultad en una anécdota, han sido lo mejor de la ruta. Esta noche bajo las Perseidas, en la cumbre de la Serrella, queda como una de esas experiencias que valen cada esfuerzo, rasguño y gota de sudor.
Galería de fotos
Resumen de la actividad
Entorno y medio | |
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Marinas de Alicante | |
Sierra Serrella | |
Espacio natural protegido | |
Actividad nocturna | |
Actividad con vivac | |
Cambiante. Cielo cubierto, niebla y despejado |